Aunque
no me cuesta trabajo madrugar lo cierto es que últimamente no estoy
acostumbrado a hacerlo porque me acuesto bastante tarde, pero a veces merece la
pena. Y esto es lo que ocurrió el pasado jueves 2 de junio. Había quedado con
Paco Muñoz cerca de mi casa, a las 7:10 de la mañana, y con él hay que ser
puntual. El caso es que llegué al encuentro de milagro porque esa misma
madrugada salí a dar un paseo a la luz de la luna a las 2:30, aprovechando que
la noche estaba fresquita, y me acosté
casi a las 4:30. Me dormí nada más caer en la cama y resulta que había olvidado
poner la alarma. Me desperté con ganas de orinar y cuando miré la hora di un
salto de la cama y en 10 minutos ya estaba corriendo hacia el punto de quedada.
Luego nos dirigimos a la Avenida del Brillante a recoger a José Manuel Recio,
antiguo profesor mío de la carrera, que nos esperaba a las 7:30, y que apareció
con rigurosa puntualidad.
A
continuación paso a describir los aspectos más destacados de la flora y la
vegetación que observamos durante la excursión, en primer lugar, la subida al
Cerro de Pedro López, y después el recorrido en torno al Arroyo de los
Picapedreros, ambos enclaves caracterizados por un relieve modelado sobre
materiales graníticos. Paco Muñoz fue nuestro guía, ya que previamente había
subido en otra ocasión (para José Manuel Recio y para mí, sin embargo, era la
primera vez).
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Amaneciendo |
Cerro
de Pedro López.
El
ascenso lo iniciamos poco después de las 8:00 de la mañana, dejando el coche en
la zona conocida como “Raso de la Mala Noche”. En las vaguadas y rellanos de
las partes bajas del cerro destaca la abundancia de un arbusto mediterráneo de
carácter termófilo, el mirto o arrayán (Myrtus
communis), con algunos ejemplares todavía en floración, aunque poco
abundante en estas fechas. La vegetación predominante en la mayor parte del
cerro se corresponde con jarales de jara blanca (Cistus albidus) y de jara pringosa (C. ladanifer), acompañados de romero (Rosmarinus officinalis), aulaga (Genista
hirsuta) y mucho más escaso, de matagallo (Phlomis purpurea), y salpicados de algunas especies de arbustos de
matorral noble, como es el caso del lentisco (Pistacia lentiscus) y el labiérnago (Phillyrea angustifolia). El arbolado es escaso y se corresponde con
la presencia de algunos pies de pino piñonero (Pinus pinea) ya que las encinas (Quercus ilex subsp. ballota)
que encontramos tienen todas porte arbustivo bastante bajo, consecuencia de un
incendio en la zona no muy antiguo. En los claros de los jarales también es
relativamente frecuente encontrar el cantueso (Lavandula stoechas subsp. sampaiana
= L. pedunculata) y especies de
herbáceas como el gamón (Asphodelus
aestivus), el garbancillo del Diablo (Erophaca
baetica), la umbelífera Daucus
crinitus y el jopo (Orobanche sp.),
esta última destaca por ser una planta parásita.
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Vista parcial del matorral del Cerro de Pedro López. En la foto destacan dos especies, la jara pringosa y el labiérnago. |
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Jaral de jara blanca (Cistus albidus) |
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El arbolado en general es escaso y está representado por una única especie, el pino piñonero (Pinus pinea) |
En
uno de los rellanos que encontramos en la ascensión, coincidiendo con un claro
en el matorral y con una zona donde antiguamente se extraían bloques de granito,
llama la atención la existencia de un rodal de piruétanos o perales silvestres
(Pyrus bourgaeana) de pequeño porte
(altura inferior a 2 m), así por encima conté unos 20 individuos. En estos
rellanos, con suelo de textura muy arenosa, también destaca la existencia de un
pastizal terofítico (dominado por especies herbáceas anuales) dominado por la
gramínea llamada Chaetopogon fasciculatus,
con espiguillas de aspecto muy reconocible.
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Vista parcial del rodal de piruétanos (Paco Muñoz, nuestro guía, sirve de referencia para apreciar el pequeño t amaño de los mismos) |
A
medida que se asciende el matorral se hace más denso y la jara pringosa (C. ladanifer) empieza a predominar sobre
la jara blanca (C. albidus). Algunas
especies nuevas que observamos en el ascenso son: el jaguarzillo (Halimium umbellatum subsp. viscosum), el jaguarzo morisco (C. salviifolius), el madroño (Arbutus unedo) y el acebuche (Olea europaea var. sylvestris), así como otras mucho más escasas, como la olivilla (Teucrium fruticans), la madreselva (Lonicera implexa), el espino negro o
cambrón (Rhamnus lycioides subsp. oleoides) y la esparraguera blanca (Asparagus albus). En las áreas más
pedregosas del matorral encontramos frecuentemente creciendo en los claros una pequeña
mata, de hábitos habitualmente rupícolas: la manzanilla yezquera (Phagnalon saxatile).
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Cambrón o espino negro (Rhamnus oleoides), arbusto muy escaso en el Cerro de Pedro López |
Ya
en el último tramo del ascenso, el matorral es muy denso y hay algún repecho
bastante empinado, con abundancia de jaras pringosas, lentiscos, labiérnagos y
madroños, y en la zona de cumbre destaca la aparición de numerosos ejemplares
de escobón (Cytisus striatus subsp. eriocarpus) un arbusto de la familia
Fabáceas, de flores amarillas, que ahora estaban cargados de frutos muy pilosos,
y varios de coscoja (Quercus coccifera).
Al pie del bloque de la arista, con orientación predominante norte, destaca la
abundancia de madroño (Arbutus unedo),
especie de matorral noble mediterráneo que tiene preferencias por las umbrías,
así como de algunos ejemplares de jara cervuna (Cistus populifolius), también característica de laderas con
orientación norte, y de rusco (Ruscus
aculeatus).
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Matorral denso con aulagas, labiérnagos, madroños y escobones próximo a la cumbre del Cerro de Pedro López. |
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Jara cervuna (Cistus populifolius), indicadora de umbrías, se observa en la zona de cumbre. |
En
las grietas de los bloques de granito destaca la presencia esporádica de la
joya botánica del lugar, Digitalis
mariana, una dedalera endémica de Sierra Morena, también conocida
vulgarmente como “calzones de zorra” o “cartucho”. Es una planta rupícola de ciclo bianual, de floración
espectacular, desgraciadamente no pudimos disfrutar de esta visión porque en la
fecha de la visita ya estaban pasadas las flores. Además de su llamativa
floración y belleza esta planta, prima hermana de la dedalera o digital (D. purpurea), es conocida por su elevada
toxicidad. Sus hojas, flores y semillas poseen unos alcaloides (digitoxina y
digoxina) que protegen a la planta de sus depredadores. La intoxicación
digitálica se produce por una sobredosis de los compuestos activos, y se
traduce en visión ictérica (amarilla), con perfiles desdibujados (halos) y con
bradicardia en casos extremos. Entre los efectos de los alcaloides de esta
planta está la reducción del apetito, aunque no es recomendable su empleo para perder
peso –como algunas personas han hecho- debido
a la toxicidad de la planta.
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Roseta basal de hojas de la dedalera endémica de Sierra Morena (Digitalis mariana), en una fisura de un bloque granítico, en compañía de una manzanilla yesquera (Phagnalon saxatile). |
Arroyo de los
Picapedreros.
Si
bien en líneas generales la flora observada durante el recorrido por el Arroyo
de los Picapedreros y la Vereda de la Pasada del Pino es similar a la del Cerro
de Pedro López, en cuanto al paisaje vegetal encontramos varias diferencias
significativas. En este caso la mayor parte del camino discurre por un entorno
donde la vegetación dominante es un pinar de pino piñonero (Pinus pinea) con árboles de copa
redondeada, debido a que han crecido con poca densidad y con un aspecto muy
natural, al no existir en esta zona terrazas. En los claros del pinar
encontramos un matorral muy disperso donde dominan las jaras (Cistus ladanifer, C. albidus), la aulaga (Genista
hirsuta) y el romero (Rosmarinus
officinalis), y en el que también encontramos algunos pies de lentisco (Pistacia lentiscus) y de mirto (Myrtus communis).
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Pinar de pino piñonero con densidad variable, con sotobosque de matorral aclarado donde predominan las jaras, el lentisco y el mirto. |
Donde
apenas existe suelo o es muy delgado y el terreno muy pedregoso abunda el
cantueso (Lavandula stoechas subsp. sampaiana). En
los afloramientos graníticos próximos al camino destaca la presencia de una
especie de arbusto espinoso endémico del suroeste de la Península Ibérica (su
área principal es Sierra Morena) que se comporta como rupícola o subrupícola: la aulaga brava (Genista polyanthos). En pedregales graníticos más lejanos del arroyo se observa la predominancia de
comunidades herbáceas vivaces de escasa cobertura, dominadas por el cerrillo (Hyparrhenia hirta), de ahí que se
conozcan con el nombre genérico de cerrillares. Una de las pocas especies
herbáceas actualmente en flor es la zanahoria silvestre (Daucus carotta subsp. sylvestris).
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Ejemplo de cerrillar desarrollado sobre un roquedo granítico, donde la ausencia de suelo no permite apenas el desarrollo de arbustos o árboles. |
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Aulaga brava (Genista polyanthos) de gran porte |
Antes de llegar a los barracones de los Picapedreros y de un cortijo actualmente
en ruinas observamos un rodal de pino resinero o negral (Pinus pinaster). En los alrededores de esa zona también destaca la existencia de algunos pies de pino canario (Pinus canariensis), circunstancia
apreciada desde lejos por el porte estrecho y alto de esta especie forestal
exótica, el único pino con capacidad de rebrote tras un incendio. En ese
entorno también encontramos algunos eucaliptos rojos (Eucalyptus camaldulensis). Al pie de una roca erigida como monolito,
cerca de las ruinas del cortijo mencionado, con una inscripción y una pequeña
imagen de una virgen, nos llamó la atención la presencia de un ejemplar de
Digitalis mariana, la dedalera endémica de la que hemos hablado antes.
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Pinar de pino resinero (Pinus pinaster) |
En
las vaguadas y en el Arroyo de los Picapedreros, completamente seco en el
momento de la visita, destaca la abundancia de mirto (M. communis), así como de adelfa (Nerium oleander), esta última en plena floración, espectacular. En
algunos tramos del arroyo también encontramos zarzas (Rubus ulmifolius) y algún ejemplar aislado de taraje (Tamarix sp.).
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Adelfar con mirtos y juncos. En los bordes del arroyo también es frecuente encontrar jaguarzo negro (Cistus monspeliensis) donde el suelo tiene cierta profundidad |
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Adelfa y taraje en el lecho pedregoso del Arroyo de los Picapedreros |
En el nacimiento del
citado arroyo, en correspondencia con una zona llana a modo de pequeña nava, encontramos
el elemento vegetal más destacable de esta zona, un rodal de fresnos (Fraxinus angustifolia) en una zona
temporalmente encharcable, hecho puesto de manifiesto por la existencia de un
pastizal perenne dominado por el vallico (Agrostis
castellana), agostado en la fecha de la visita. Fuera de esta llanura no se
observó en la excursión ningún otro ejemplar de fresno. A esta altura del
camino también aparecen salpicados juncos churreros (Scirpoides holoschoenus), que por su carácter de freatófito nos
indican la existencia de un acuífero no muy profundo.
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Fresneda en la nava que hay en la cabecera del Arroyo de los Picapedreros, próxima a un pozo |
(Rafael Tamajón Gómez,
en Córdoba, a 5 de julio de 2015)