domingo, 5 de julio de 2015

FLORA Y VEGETACIÓN DEL CERRO DE PEDRO LÓPEZ Y Aº DE LOS PICAPEDREROS

Aunque no me cuesta trabajo madrugar lo cierto es que últimamente no estoy acostumbrado a hacerlo porque me acuesto bastante tarde, pero a veces merece la pena. Y esto es lo que ocurrió el pasado jueves 2 de junio. Había quedado con Paco Muñoz cerca de mi casa, a las 7:10 de la mañana, y con él hay que ser puntual. El caso es que llegué al encuentro de milagro porque esa misma madrugada salí a dar un paseo a la luz de la luna a las 2:30, aprovechando que la noche estaba fresquita,  y me acosté casi a las 4:30. Me dormí nada más caer en la cama y resulta que había olvidado poner la alarma. Me desperté con ganas de orinar y cuando miré la hora di un salto de la cama y en 10 minutos ya estaba corriendo hacia el punto de quedada. Luego nos dirigimos a la Avenida del Brillante a recoger a José Manuel Recio, antiguo profesor mío de la carrera, que nos esperaba a las 7:30, y que apareció con rigurosa puntualidad.

A continuación paso a describir los aspectos más destacados de la flora y la vegetación que observamos durante la excursión, en primer lugar, la subida al Cerro de Pedro López, y después el recorrido en torno al Arroyo de los Picapedreros, ambos enclaves caracterizados por un relieve modelado sobre materiales graníticos. Paco Muñoz fue nuestro guía, ya que previamente había subido en otra ocasión (para José Manuel Recio y para mí, sin embargo, era la primera vez).


Amaneciendo

Cerro de Pedro López.
El ascenso lo iniciamos poco después de las 8:00 de la mañana, dejando el coche en la zona conocida como “Raso de la Mala Noche”. En las vaguadas y rellanos de las partes bajas del cerro destaca la abundancia de un arbusto mediterráneo de carácter termófilo, el mirto o arrayán (Myrtus communis), con algunos ejemplares todavía en floración, aunque poco abundante en estas fechas. La vegetación predominante en la mayor parte del cerro se corresponde con jarales de jara blanca (Cistus albidus) y de jara pringosa (C. ladanifer), acompañados de romero (Rosmarinus officinalis),  aulaga (Genista hirsuta) y mucho más escaso, de matagallo (Phlomis purpurea), y salpicados de algunas especies de arbustos de matorral noble, como es el caso del lentisco (Pistacia lentiscus) y el labiérnago (Phillyrea angustifolia). El arbolado es escaso y se corresponde con la presencia de algunos pies de pino piñonero (Pinus pinea) ya que las encinas (Quercus ilex subsp. ballota) que encontramos tienen todas porte arbustivo bastante bajo, consecuencia de un incendio en la zona no muy antiguo. En los claros de los jarales también es relativamente frecuente encontrar el cantueso (Lavandula stoechas subsp. sampaiana = L. pedunculata) y especies de herbáceas como el gamón (Asphodelus aestivus), el garbancillo del Diablo (Erophaca baetica), la umbelífera Daucus crinitus y el jopo (Orobanche sp.), esta última destaca por ser una planta parásita.




Vista parcial del matorral del Cerro de Pedro López. En la foto destacan dos especies, la jara pringosa y el labiérnago.


Jaral de jara blanca (Cistus albidus)


El arbolado en general es escaso y está representado por una única especie, el pino piñonero (Pinus pinea)

En uno de los rellanos que encontramos en la ascensión, coincidiendo con un claro en el matorral y con una zona donde antiguamente se extraían bloques de granito, llama la atención la existencia de un rodal de piruétanos o perales silvestres (Pyrus bourgaeana) de pequeño porte (altura inferior a 2 m), así por encima conté unos 20 individuos. En estos rellanos, con suelo de textura muy arenosa, también destaca la existencia de un pastizal terofítico (dominado por especies herbáceas anuales) dominado por la gramínea llamada Chaetopogon fasciculatus, con espiguillas de aspecto muy reconocible.


Vista parcial del rodal de piruétanos (Paco Muñoz, nuestro guía, sirve de referencia para apreciar el pequeño t amaño de los mismos)

A medida que se asciende el matorral se hace más denso y la jara pringosa (C. ladanifer) empieza a predominar sobre la jara blanca (C. albidus). Algunas especies nuevas que observamos en el ascenso son: el jaguarzillo (Halimium umbellatum subsp. viscosum), el jaguarzo morisco (C. salviifolius), el madroño (Arbutus unedo) y el acebuche (Olea europaea var. sylvestris), así como otras mucho más escasas, como la olivilla (Teucrium fruticans), la madreselva (Lonicera implexa), el espino negro o cambrón (Rhamnus lycioides subsp. oleoides) y la esparraguera blanca (Asparagus albus). En las áreas más pedregosas del matorral encontramos frecuentemente creciendo en los claros una pequeña mata, de hábitos habitualmente rupícolas: la manzanilla yezquera (Phagnalon saxatile).


Cambrón o espino negro (Rhamnus oleoides), arbusto muy escaso en el Cerro de Pedro López

Ya en el último tramo del ascenso, el matorral es muy denso y hay algún repecho bastante empinado, con abundancia de jaras pringosas, lentiscos, labiérnagos y madroños, y en la zona de cumbre destaca la aparición de numerosos ejemplares de escobón (Cytisus striatus subsp. eriocarpus) un arbusto de la familia Fabáceas, de flores amarillas, que ahora estaban cargados de frutos muy pilosos, y varios de coscoja (Quercus coccifera). Al pie del bloque de la arista, con orientación predominante norte, destaca la abundancia de madroño (Arbutus unedo), especie de matorral noble mediterráneo que tiene preferencias por las umbrías, así como de algunos ejemplares de jara cervuna (Cistus populifolius), también característica de laderas con orientación norte, y de rusco (Ruscus aculeatus).



Matorral denso con aulagas, labiérnagos, madroños y escobones próximo a la cumbre del Cerro de Pedro López.
Jara cervuna (Cistus populifolius), indicadora de umbrías, se observa en la zona de cumbre.

En las grietas de los bloques de granito destaca la presencia esporádica de la joya botánica del lugar, Digitalis mariana, una dedalera endémica de Sierra Morena, también conocida vulgarmente como “calzones de zorra” o “cartucho”. Es una  planta rupícola de ciclo bianual, de floración espectacular, desgraciadamente no pudimos disfrutar de esta visión porque en la fecha de la visita ya estaban pasadas las flores. Además de su llamativa floración y belleza esta planta, prima hermana de la dedalera o digital (D. purpurea), es conocida por su elevada toxicidad. Sus hojas, flores y semillas poseen unos alcaloides (digitoxina y digoxina) que protegen a la planta de sus depredadores. La intoxicación digitálica se produce por una sobredosis de los compuestos activos, y se traduce en visión ictérica (amarilla), con perfiles desdibujados (halos) y con bradicardia en casos extremos. Entre los efectos de los alcaloides de esta planta está la reducción del apetito, aunque no es recomendable su empleo para perder peso –como algunas personas han hecho-  debido a la toxicidad de la planta.


Roseta basal de hojas de la dedalera endémica de Sierra Morena (Digitalis mariana), en una fisura de un bloque granítico, en compañía de una manzanilla yesquera (Phagnalon saxatile).

Arroyo de los Picapedreros.
Si bien en líneas generales la flora observada durante el recorrido por el Arroyo de los Picapedreros y la Vereda de la Pasada del Pino es similar a la del Cerro de Pedro López, en cuanto al paisaje vegetal encontramos varias diferencias significativas. En este caso la mayor parte del camino discurre por un entorno donde la vegetación dominante es un pinar de pino piñonero (Pinus pinea) con árboles de copa redondeada, debido a que han crecido con poca densidad y con un aspecto muy natural, al no existir en esta zona terrazas. En los claros del pinar encontramos un matorral muy disperso donde dominan las jaras (Cistus ladanifer, C. albidus), la aulaga (Genista hirsuta) y el romero (Rosmarinus officinalis), y en el que también encontramos algunos pies de lentisco (Pistacia lentiscus) y de mirto (Myrtus communis).


Pinar de pino piñonero con densidad variable, con sotobosque de matorral aclarado donde predominan las jaras, el lentisco y el mirto.

Donde apenas existe suelo o es muy delgado y el terreno muy pedregoso abunda el cantueso (Lavandula stoechas subsp. sampaiana). En los afloramientos graníticos próximos al camino destaca la presencia de una especie de arbusto espinoso endémico del suroeste de la Península Ibérica (su área principal es Sierra Morena) que se comporta como rupícola o subrupícola: la aulaga brava (Genista polyanthos). En pedregales graníticos más lejanos del arroyo se observa la predominancia de comunidades herbáceas vivaces de escasa cobertura, dominadas por el cerrillo (Hyparrhenia hirta), de ahí que se conozcan con el nombre genérico de cerrillares. Una de las pocas especies herbáceas actualmente en flor es la zanahoria silvestre (Daucus carotta subsp. sylvestris).


Ejemplo de cerrillar desarrollado sobre un roquedo granítico, donde la ausencia de suelo no permite apenas el desarrollo de arbustos o árboles.

Aulaga brava (Genista polyanthos) de gran porte

Antes de llegar a los barracones de los Picapedreros y de un cortijo actualmente en ruinas observamos un rodal de pino resinero o negral (Pinus pinaster). En los alrededores de esa zona también destaca la existencia de algunos pies de pino canario (Pinus canariensis), circunstancia apreciada desde lejos por el porte estrecho y alto de esta especie forestal exótica, el único pino con capacidad de rebrote tras un incendio. En ese entorno también encontramos algunos eucaliptos rojos (Eucalyptus camaldulensis). Al pie de una roca erigida como monolito, cerca de las ruinas del cortijo mencionado, con una inscripción y una pequeña imagen de una virgen, nos llamó la atención la presencia de un ejemplar de Digitalis mariana, la dedalera endémica de la que hemos hablado antes.


Pinar de pino resinero (Pinus pinaster)

En las vaguadas y en el Arroyo de los Picapedreros, completamente seco en el momento de la visita, destaca la abundancia de mirto (M. communis), así como de adelfa (Nerium oleander), esta última en plena floración, espectacular. En algunos tramos del arroyo también encontramos zarzas (Rubus ulmifolius) y algún ejemplar aislado de taraje (Tamarix sp.). 


Adelfar con mirtos y juncos. En los bordes del arroyo también es frecuente encontrar jaguarzo negro (Cistus monspeliensis) donde el suelo tiene cierta profundidad

Adelfa y taraje en el lecho pedregoso del Arroyo de los Picapedreros

En el nacimiento del citado arroyo, en correspondencia con una zona llana a modo de pequeña nava, encontramos el elemento vegetal más destacable de esta zona, un rodal de fresnos (Fraxinus angustifolia) en una zona temporalmente encharcable, hecho puesto de manifiesto por la existencia de un pastizal perenne dominado por el vallico (Agrostis castellana), agostado en la fecha de la visita. Fuera de esta llanura no se observó en la excursión ningún otro ejemplar de fresno. A esta altura del camino también aparecen salpicados juncos churreros (Scirpoides holoschoenus), que por su carácter de freatófito nos indican la existencia de un acuífero no muy profundo.

Fresneda en la nava que hay en la cabecera del Arroyo de los Picapedreros, próxima a un pozo

(Rafael Tamajón Gómez, en Córdoba, a 5 de julio de 2015)